Vendedor

Vendedor. Salesman. Albert Maysles, David Maysles y Charlotte Zwerin. 1968

salesman2¿Que país en el mundo es más probable que haga un negocio con la palabra de Dios? Sí, lo pensó bien: EEUU. El ejemplo supremo de la lógica capitalista llevada al extremo.

La historia de este filme, está bien resumida por el sitio IMDB, así que, traducción mediante, la transcribimos aquí:
«Cuatro implacables vendedores puerta a puerta deben lidiar con el rechazo constante, la añoranza de la familia y el desgaste inevitable a medida que recorren todo el país (EE. UU.) vendiendo biblias muy caras para las familias católicas de bajos ingresos.»
Pero si la película solo mostrara el actor de vender, no sería la obra maestra que es. ¿Qué la hace tan especial? ¿Por qué nos dejamos seducir por esta actividad, en apariencia tan aburrida como es la de vender La Biblia a domicilio? La respuesta obvia no es otra que la forma del registro. Los directores, a través de las secuencias filmadas y del montaje, logran darle al filme una impronta muy especial.

La película es incómoda del principio al fin. ¿Se pueden hacer negocios con la palabra de Dios, sin caer en el pecado? Uno de los vendedores destacados tiene clara esta contradicción, y la resume en el siguiente discurso:

El filme nos muestra como es posible aplicar fríamente las técnicas mas refinadas del marketing para vender algo tan sagrado como La Biblia. Sin embargo, los vendedores no son los malos de la película. Su jornadas de trabajo agotadoras, el desaliento, los escasos ingresos, la presión de los jefes y muchos otros problemas, dan cuenta de un grupo de trabajadores, que no la pasan nada bien, por más sagrado que sea el producto que vendan.

El otro lado de toda venta, es el comprador. El filme, se toma el tiempo necesario para retratar las respuestas de los hombres y mujeres que los vendedores entrevistan. Esas respuestas no son solo de palabra. Sus gestos elocuentes, nos dan testimonio de la incomodidad que significa decir que «no» a la compra de un producto tan significativo. ¿Dejamos de ser buenos católicos porque no dedicamos algún dinero a comprar el libro supremo? Toda la estrategia de los vendedores, llevan a los clientes a plantearse esta pregunta, u otras parecidas, con cierta culpa, de manera consciente o no.

El filme pone en evidencia que la fórmula del capital que tan bien sintetizara Karl Marx en su obra cumbre El Capital, se ve aquí dificultada en su funcionamiento. Me refiero al esquema D – M – D’. Marx nos recuerda en varias partes de El Capital, que los valores de uso determinados de la mercancía (en nuestro caso La Biblia), no tienen mayor importancia para la obtención de la plusvalía. Esto que es válido como afirmación general, se relativiza cuando ciertos bienes y servicios concretos entran al mercado. Aquí la naturaleza misma del bien transado, tensiona todo el tiempo la relación entre las personas. Y es un mérito supremo del filme haber retratado este malestar que impregna toda la comunicación entre compradores y vendedores.

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