Lejos del paraíso

Lejos del paraíso. Far from Heaven. Todd Haynes. 2002

far2El director norteamericano Todd Haynes acaba de presentar en el Festival de Cannes de este año 2015 un nuevo filme que fue bien recibido por la crítica, titulado “Carol”. Aunque no vi aún la película, pude saber por las críticas leídas, que el tema central es la historia de un amor lésbico ambientado en la década del cincuenta del siglo pasado, en EEUU. Las críticas afirman que tiene varios puntos en común con su obra del año 2002, “Lejos del Paraíso”. Mientras esperamos poder visionar «Carol», analicemos entonces “Lejos del Paraíso”, para deducir cual es la mirada del director sobre estos temas y su forma de abordarlos.
Algunos críticos afirman que Haynes comete el error, en ambos filmes citados, de algo que han dado en llamar cine «vintage», que consistiría en una referencia nostálgica y acrítica de épocas del pasado reciente. Otros entienden que una película que se filma en el presente y alude a un tiempo pasado aunque no remoto, debe tener, para ser meritoria, algo de los problemas del presente. Y bien, Todd Haynes no practica un cine «vintage» ni deja de reflejar conflictos que siguen teniendo vigencias en el presente, claro que lo hace con sus propios matices.
Los dos temas centrales del filme son la homosexualidad y la discriminación racial, a los que se agrega, derivado del primero, la crisis matrimonial de la pareja formada por Cathy (Julianne Moore) y Frank (Dennis Quaid). Haynes aborda estos temas con la moral propia de la época en que transcurre el filme (fines de los años 50 en EEUU). La homsexualidad, en aquel entonces, era considerada una enfermedad, y la discriminación racial un hecho evidente a cada paso que dan los personajes. En el filme, los blancos disfrutan del bienestar material más ostentoso mientras los negros son sus sirvientes. Cualquiera que desafíe este principio básico de ordenamiento social y espacial, se expone al repudio de la sociedad, al ostracismo y la soledad afectiva.
El vestuario y la escenografia son deslumbrantes y transportan con eficacia al espectador a la época en que transcurre la historia.
Volviendo al tema de la homosexualidad, Frank siente resurgir un sentimiento que estaba reprimido desde hace muchos años: su atracción por personas de su mismo sexo. Su esposa Cathy, descubre este atributo de su marido en forma sorpresiva y por casualidad, lo que le provoca una gran conmoción. Su esposo promete tratarse, pero finalmente da rienda suelta a sus deseos precipitando la crisis de su matrimonio.
La discriminación racial, recae con todo su peso en Raymond (Dennis Haysbert), el jardinero negro de Cathy, que se convierte en su confesor y amigo. Raymond demuestra una gran inteligencia y un nivel cultural desusado para los de su raza en aquel tiempo y lugar. Estas características, lejos de ayudarlo a integrarse al mundo de los blancos, acrecienta el repudio, que también se extiende a los de su propia raza, que no comprenden como puede tener una amiga blanca.
Pero el personaje más complejo del filme es Cathy. Una mujer típica de la clase media alta de los años cincuenta en EEUU. Ama de casa encargada de los hijos y el funcionamiento del hogar, rodeada de todo el confort imaginable, siempre vestida como para ir de fiesta,  se la pasa entre reuniones sociales frívolas y recién toma conciencia de la complejidad del mundo cuando su matrimonio entra en crisis y su amistad con Raymond se torna inviable. Cathy demuestra algo más de inteligencia e inquietudes sociales que sus amigas, parece mucho más abierta a la idea de integración de los negros, y aunque sufre un shock cuando se entera de la homosexualidad del esposo, parece menos prejuiciosa al hablar del tema.
La actualidad de los asuntos tratados es evidente, a poco que se recuerden hechos recientes en Argentina y EEUU. Aquí nos enteramos del fallo escandaloso de los jueces que justificaron una violación porque el menor agredido era gay. Y en EEUU, los medios nos informan a diario de las ejecuciones policiales ocurridas en las calles de varias ciudades, que tienen como victimas a la gente de color.
La pregunta que cabría hacerse es: ¿Cual puede ser la utilidad de ambientar una historia en los años cincuenta para tratar temas que son de plena actualidad en el presente? ¿por qué no situar la historia directamente en nuestros días y lograr una mayor empatía del espectador?
Indudablemente, situar la historia en tiempo pasado, permite tomar más distancia del problema, verlo con menos prejuicios que la gente de la época en que transcurre el filme, y por ende poder hacer las analogías que correspondan con el presente, en forma más desapasionada. Haynes evita el melodrama y eso también contribuye a ver el filme desde una óptica más racional y menos emocional.

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