Gemelas. De tweeling. Ben Sombogaart . 2002

Basado en un best seller, este filme es una prueba acabada de que, a veces, los resultados superan a las posibles intenciones del director. Es que el eje de la historia es la relación afectiva trunca entre dos hermanas mellizas, que quedan huérfanas y son separadas de niñas, yendo cada una a vivir con distintos familiares y en dos países diferentes. Una queda en Alemania y la otra es llevada a Holanda. El melodrama que queda servido, está bien desarrollado por el director. Solo algunas escenas pueden considerarse como manipuladoras. En general, se evitan los golpes bajos.

El filme tiene como defecto más evidente, las escenas jugadas en el que sería el presente de las hermanas, ya ancianas, cuando se reprochan las supuestas faltas de una hacia la otra. La obviedad de los diálogos, sumado a actuaciones poco convincentes, lleva a pensar que si el director hubiera prescindido de estas escenas, la historia de las hermanas no se hubiera menoscabado y le hubiesen evitado al espectador la insufrible bajada de línea moral. Tampoco los primeros años de vida de las niñas son contados con destreza. Un retrato edulcorado que hace omisión de la tremenda crisis económica que vivía Alemania como consecuencia del tratado de Versalles de 1919 que puso fin a la Primera Guerra Mundial, y que llevó entre otras consecuencias, a la hiperinflación de 1923, es una falta difícil de perdonar.

Decía al comienzo que el filme tiene un mérito destacable, y trataré de desarrollar el motivo a continuación. Creo que la mayor virtud de la obra Ben Sombogaart, es la forma en que ha logrado mostrar las relaciones que establecen las personas comunes y corrientes con su entorno sociopolítico. Es que el período que abarca el relato, cubre décadas de grandes convulsiones para Europa, y Alemania en especial. El tramo más jugoso, se refiere a los años de la Segunda Guerra Mundial. Es maravilloso poder observar las formas en que las mellizas, tratan de sobrellevar sus vidas privadas, muy diferentes entre sí, con la menor interferencia posible de la Historia, de cuyos avatares, de todas formas, no pueden escapar. Este permanente repliegue en la vida íntima como principal estímulo vital, resulta en especial chocante en el caso de la melliza que vive en Holanda. Adoptada por una familia de buena posición económica, consentida, inconstante y poco exigida en cuanto a sus obligaciones, invierte su tiempo en la vida social y las relaciones con su novio judío. Su absoluto desinterés por todo lo que está ocurriendo en plena guerra, es un testimonio doloroso del egoísmo de clase, bien aprendido de su padre adoptivo, a quién ella, creyéndose superior, acusa de avaro.

La melliza que queda en Alemania, ve llegar al nazismo al poder con indiferencia y sin que pueda en absoluto, vislumbrar las consecuencias que tendrá para el país donde vive y su destino personal la guerra que se avecina.
Ambas hermanas, sin embargo, serán golpeadas duramente en sus vínculos más queridos, por una guerra cuya monstruosidad descubrieron tarde y nunca entendieron, haciendo más dolorosos los respectivos duelos.