Madame Courage. Merzak Allouache. 2015
El filme toma su nombre de una droga muy popular entre los adolescentes de Argelia. Según lo explicita la gacetilla, se trata de un psicotrópico que lleva a un estado de euforia y coraje, de allí su nombre. El protagonista, es un adolescente que vive en la miseria, en las afueras de una ciudad de Argelia y obtiene su dinero de robos en la calle, arrebatando a mujeres de todas las edades, bolsos, carteras o collares. Huérfano de padre, su madre se la pasa mirando TV todo el día y criticando a su hijo por su vagancia. El joven tiene una hermana que es prostituta y resulta maltratada por su proxeneta. En este escenario, podría pensarse que asistiremos a una película sórdida o del género de la pornomiseria. Pero por fortuna el director evita estos caminos efectistas. ¿Qué hay de original, entonces para rescatar de este filme? Justamente es la austeridad de las imágenes, que muestra a Omar, de él se trata, siempre solo y maltratado por todos, y a pesar de ello, con las fuerzas suficientes para seguir adelante día a día con su rutinas, alternando sus robos con el consumo de psicotrópicos como el denominado “Madame Courage”, que le permiten sobrellevar su calvario. El director no juzga al personaje ni lo justifica, simplemente lo acompaña en su rutinaria vida. En uno de sus tantos atracos, conoce a una chica que primero es su víctima y luego se consituye en un amor casi platónico. Con grandes dificultades para expresar su atracción por la joven mujer, Omar simplemente permanece en las afueras del edificio donde ella vive, esperando que se asome en algún momento a la ventana o salga de su departamento a la calle y poder abordarla. En otro momento arma una especie de carnaval solitario, con estallidos de cohetes y fuegos artificiales que es reprimido violentamente por el padre de la joven. En un encuentro frente a frente, en que la chica entra pánico, Omar, como máxima audacia, acaricia su pelo, una y otra vez, como asistiendo a un milagro, ya que el gesto le permite expresar alguna forma de afecto, seguramente un gesto reprimido por mucho tiempo. El tono sobrio del filme, se mantiene de forma coherente hasta el final, que no conlleva ninguna sorpresa, sino que confirma la vida que Omar lleva, con un sentido de la fatalidad apenas intuido por el personaje entre el sopor al que lo condena la droga que consume.