¡Queridos Camaradas!

Dorogie tovarishchi! / ¡Queridos camaradas! Andrey Konchalovskiy. 2020

Esta es una película con un impacto muy dispar según la edad del espectador, ya que relata hechos de un pasado no muy lejano y muchos de nosotros estábamos ya en este mundo cuando ocurrieron los sucesos que se narran en el filme. Cabe aclarar que no se trata de un documental, es una ficción que está “basada en hechos reales”, como suele decirse.
Para quienes, como yo, hayan vivido una parte importante de su vida en la época conocida como Guerra Fría, que tenía enfrentadas a las dos superpotencias que habían emergido como triunfantes después de la Segunda Guerra Mundial de mediados del siglo XX: Los Estados Unidos de América (EEUU) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), este filme es de una fuerza emotiva atronadora. Para los más jóvenes, los que nacieron después de la caída del muro de Berlín y de la disgregación de la URSS, tendrá otras implicancias emocionales.

Protesta frente a un almacén de alimentos

El filme comienza y termina con una originalidad formal sumamente creativa: su título aparece en ambos extremos del filme. Sin embargo, no será igual el impacto de esas dos breves palabras, “¡Queridos Camaradas!”, al comienzo y al final. Para los espectadores que no estén en conocimiento de la jerga que se utilizaba en la época de esplendor de la URSS y demás países socialistas, como así también dentro de los Partidos Comunistas de todo el mundo que simpatizaban con la URSS, el término “camarada” tenía un significado claro y preciso. Se utilizaba como trato entre pares de todos aquellos que estaban afiliados a algún Partido Comunista. Era a su vez un signo de distinción. No cualquiera llegaba a ser un “camarada”. Había que hacer méritos especiales, destacarse de un modo sobresaliente en la lucha por la construcción del socialismo y el comunismo, para ingresar como afiliado al Partido Comunista y ser tratado como un camarada.

Lyuda, la protagonista, en su papel de burócrata

La palabra camarada, resuena a cada paso en el desarrollo de la película. Cuando el filme se inicia, el título trae a la mente del espectador, ideas de optimismo y esperanza. Los queridos camaradas, eran los compañeros de ruta en la lucha por la construcción de una nueva sociedad, más justa y próspera. El título resuena como una proclama oficial creíble del Partido Comunista de la URSS (PCUS). Sin embargo, al final de la película, mostrar nuevamente el título enfatizado por los signos de admiración, es una cruel ironía. Es que, en el medio, en el desarrollo del filme, ocurren hechos atroces e inconcebibles de violaciones brutales a los más elementales derechos humanos. Eso que en Argentina conocimos como terrorismo de Estado durante la dictadura cívico-militar que gobernó al país entre 1976 y 1983, aparecen en otro tiempo y lugar reproducidos con la misma barbarie. Las ejecuciones sumarias, la desaparición forzada de personas y su ejecución clandestina y enterramiento secreto en tumbas sin nombres, ocurrió también en un país que se proclamaba como el paraíso para los trabajadores.

Huelga y manifestación de los trabajadores

Lo que se muestra en la obra del director Andrey Konchalovskiy, dicho de modo sintético, es la declaración de una huelga los días 1 y 2 de junio del año 1962, en el interior de la URSS, en la región del río Don, más precisamente en la ciudad de Novocherkassk, en protesta por la suba de los precios y la baja de salarios. Esto, que en un país capitalista se vería como normal y frecuente, era considerado un hecho teóricamente imposible en un país socialista. Se suponía que en la URSS gobernaban los trabajadores, y no existía lógica en hacer una huelga contra sí mismo. Tampoco había una explicación creíble para que los precios de los artículos básicos de consumo subieran mientras los salarios bajaban. Sin embargo, la realidad era más compleja, la casta de burócratas que conformaban la dirección del PCUS entra en pánico, y ante el temor de que la huelga se consolide y sea imitada en otros lugares de la URSS poniendo en evidencia sus privilegios y sus políticas antipopulares, decide recurrir a una feroz represión dirigida por la temible KGB, el servicio secreto del gobierno soviético, que tanto dentro como fuera de su país, se encargaba del “trabajo sucio”. En este caso reprimir al pueblo indefenso.

El personaje principal se llama Lyuda interpretado magistralmente por Yuliya Vysotskaya. Una mujer de unos 40 años, afiliada al PCUS y miembro del órgano legislativo de la ciudad. Con un pasado doloroso y un carácter lleno de amargura, casi nunca la vemos sonreír, y en cambio sí alzar seguido su voz para dictar reprimendas, a familiares y colegas. Ferviente admiradora de Stalin, parece recelar de las reformas de su sucesor Nikita Jruschov. Es una militante honesta que cree en el discurso oficial sin cuestionarse demasiado la veracidad y la justicia que contiene. Vive en un agradable departamento con su hija adolescente de 18 años llamada Svetka (Yuliya Burova) obrera y militante gremial y su padre (Sergei Erlish), un antisoviético que añora los tiempos del zarismo. Lo interesante del personaje de Lyuda, que es a su vez un gran acierto del guion, es que las circunstancias la obligan a ponerse de los dos lados de la lucha social. Como funcionara, pide represión y castigo a los manifestantes. Como madre que tiene desaparecida a su hija después del tiroteo provocado por la KBG, se muestra indignada por la ferocidad del proceder de las autoridades y el dolor inmenso provocado al pueblo de Novocherkassk y por extensión a todos los trabajadores de la URSS. Esta dualidad, no solo le provoca una crisis de conciencia, sino un estado profundo de angustia y ansiedad. Por primera vez sus convicciones entran en crisis.

Los burócratas del PCUS planenado la represión

Decenas de muertos y heridos se desparraman por la plaza principal de la ciudad de Novocherkassk. El pánico y la desesperación se hacen carne en los pacíficos manifestantes.

 

La KBG en su tarea de delación

Muchos de los cadáveres, son desaparecidos, enterrados en fosas anónimas en otras regiones. Los heridos temen concurrir al hospital, por miedo a ser detenidos y desaparecidos. Los que sobreviven se ocultan. Toda la localidad de Novocherkassk entra de pronto en un clima tenebroso, nadie quiere salir de su casa más que para lo indispensable. Se decreta el estado de sitio durante las noches. Se prohíbe salir de la ciudad. Una verdadera caza de brujas se desata en todos los edificios ocupados por obreros.

La repesión en su apogeo y Lyuda junto al pueblo

La única crítica que haría al filme, que no es una falencia menor, es el escaso protagonismo del pueblo de Novocherkassk. Solo lo vemos participar como una masa informe en las protestas y luego como víctima en la represión, pero faltan las voces individuales que expongan el punto de vista de los oprimidos y ofendidos. Hay algunos parlamentos de la hija de Lyuda, pero eso solo es muy poco para saber que pensaban y sentían los trabajadores comunes y corrientes.

Como conclusión, no hay duda de que nos encontramos ante un filme excepcional, que merece ser visto y discutido. Un regreso al mejor cine político de la mano de uno de los grandes directores rusos de la actualidad.

 

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