Tengo veinte años

Tengo veinte años. Mne dvadtsat let. Marlen Khutsiev. 1965

El filme relata distintas peripecias de tres amigos que viven en Moscú, capital de la ex Unión Soviética, en los años sesenta del siglo XX. Su lealtad y camaradería es envidiable. Su vitalidad y alegría son propias de todos los jóvenes del mundo que llevan una vida más o menos desahogada. Sergei es uno de los tres amigos, y es a él a quien el director dedica buena parte del relato. Acaba de regresar del ejército, de hacer el servicio militar, y en pocos días, sin esfuerzos, logra insertarse como obrero en una fábrica. La explícita adulación a los méritos del sistema se pone en evidencia. El pleno empleo, logro tantas veces citado y pregonado por los líderes soviéticos, se muestra en la práctica. Pero resueltas las necesidades básicas de comida, albergue y trabajo, queda flotando en el aire una melancolía y una desorientación apenas disimulada. Esta ambigüedad con que se describe la juventud soviética de la época, seguramente enemistó al director con los censores. Estos jóvenes no aceptan el consumismo. Ya tienen resueltas sus necesidades materiales y no aspiran, no tienen interés en acrecentar sus posesiones materiales, pero, a su vez, el mensaje conque el régimen busca estimular su compromiso con los proyectos oficiales, no está internalizado en ninguno de los protagonistas.

Mne dvadtsat let (I am Twenty) Marlen Khutsiyev 1964 - Part 1 largeEl retrato que hace el director de la juventud soviética de los años sesenta del siglo pasado, muestra de manera convincente el entusiasmo vital propio de la edad, junto a una cierta melancolía y desconcierto que no concuerda con la imagen que los líderes de los llamados países socialistas intentaron vender: la de jóvenes plenamente ganados por el ideal marxista-leninista, llenos de entrega y espíritu de sacrificio por la causa del socialismo. No sabemos lo que contenían las escenas censuradas de esta película, pero no hay duda que todo el filme se aleja de una mitología oficial que se intentó difundir como el país real. Estos jóvenes que retrata Khutsiev no son sin embargo, cuestionadores del sistema ni están disconformes con la realidad de su país, solo que no viven su patriotismo como los líderes políticos de aquellos tiempos lo hubieran deseado. Hay como una resignación con la obligación de convivir con los símbolos del sistema, pero se los resignifica y hasta vacía de sentido, cuando se privilegia el canto y la danza sin más y el goce de estar vivos y fuertes. Una escena de una fiesta callejera donde esto queda retratado con claridad, muestra el festejo, donde los jóvenes cantan, corren, bailan y gritan loas a la ciudad  de Moscú pero nunca al régimen, aunque haya banderas rojas con los rostros de Marx y Lenin. Hasta se permiten alguna ironía sobre los planes quinquenales. (Ver  video siguiente)

La belleza y originalidad con que Khutsiev filma a Moscú, es una expresión clara del amor que el director muestra por la ciudad. Los cantos juveniles enfatizan este orgullo: una urbe bella, alegre e imbatible. Los espacios abiertos se muestran ocupados por jóvenes que cantan y bailan pero también, desde la primera escena, se retratan las noches solitarias, absolutamente quietas, a veces desesperanzadas, refugio de insomnes, con sus arterias mojadas, frescas y silenciosas, que parecen transformar las calles de Moscú en el espacio propio de algún pequeño pueblo anónimo de provincia. Véase también la economía de recursos del director en esta escena clave. En apenas diez minutos iniciales, nos presenta a la casi totalidad de los personajes principales: La ciudad amaneciendo, la ambigüedad (por demás reiterada en varias secuencias) de los soldados que miran con fiereza y que se transforman en otras personas, la pareja de amantes que parecen distanciados, el grupo de excitados varones volviendo de alguna fiesta. Vemos como el filme va haciendo aparecer en este breve período de tiempo, a Sergei, a la madre, a los dos amigos y a la esposa de uno de ellos. (Ver video siguiente)

La película está llena de escenas en exteriores, donde los personajes llevan a cabo parte de sus actividades recreativas o sus paseos calmos y melancólicos y la ciudad se destaca en todo su esplendor. (ver video siguiente)

Khutsiev filma con maestría los diálogos, y hace cosas muy originales. Nunca recurre al plano y contraplano, sino que siempre están en escena los participantes. Hasta filma una original conversación entre tres personas, que de a ratos son cuatro,  cuando con un breve paneo incorpora a la escena a una chica sentada en otra mesa. (Ver video siguiente)

Los vínculos entre los sexos son de un pudor lindantes con la mojigatería. Cuesta entender desde nuestro presente que dos jóvenes que arden de deseo se despidan dándose la mano. Pero además la escena contrasta con las efusivas demostraciones de la juventud occidental de la misma época. Este pudor embarga también al director, quien filma el único beso amoroso entre Sergei y su novia Vania, con disimulo, como a escondidas, en un plano medio recatado.

La ausencia del padre, es otro tema importante en el filme, tal como lo señala el crítico Jorge García en su nota citada más abajo. La gran cantidad de soldados rusos que perecieron en la Segunda Guerra, cuyos hijos son los protagonistas de las historias narradas en el filme, dio lugar a miles sino millones de huérfanos y viudas. La situación da lugar a uno de los momentos más originales y bellos del filme, donde el director se despega del realismo e imagina un diálogo onírico entre padre e hijo, donde el progenitor tiene menos edad que el vástago, y por momentos parecen amigos más que padre e hijo. Casi al final del diálogo, el padre le dice que el deseo más grande que tiene es pasear por las calles de Moscú. Sin embargo sabemos que morirá al día siguiente. Khutsiev, para mostrar su amoroso compromiso con el personaje, hace que el cine con su magia cumpla los deseos del padre y entonces lo vemos salir en el presente de la película, desde un túnel vestido de soldado con sus dos camaradas, hacia  las calles de su añorada Moscú.(ver video siguiente)

El final es grandioso. Y es como una vuelta a la escena inicial. En aquella aparecen tres soldados de guardia recorriendo la ciudad de madrugada, aquí son también de nuevo tres soldados, pero que en pleno día van camino a un acto protocolar. Un ejemplo de que Khutsiev sabe mostrar con mucha fuerza toda la ambigüedad de una escena (me refiero al cambio de guardia en el mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú) que nos interroga y nos obliga a salir de la simple metáfora para dejarnos una sensación inquietante y un retrato sin palabras, de la dualidad del régimen donde nuestros tres amigos vivieron. (ver video siguiente)

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¿Quién es Marlen Khutsiev?

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Marlen Khutsiev

¿Habías escuchado alguna vez el nombre de Marlen Khutsiev? ¡Yo tampoco! Se trata de un director ruso de 90 años de edad que posee una filmografía valiosa según nos enteramos gracias a una nota del crítico argentino Jorge García, publicada aquí.

El 30 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2015 (Argentina), recientemente finalizado, organizó una retrospectiva con varias de sus películas más valiosas. Aquí comentamos «Tengo veinte años» que se puede ver (o bajar) de Youtube con subtítulos en español e inglés, dividida en dos partes (1).

Las copias existentes en Youtube, se presentan a continuación,

Primera Parte:

Segunda Parte:

 


(1) Tanto la copia proyectada en Mar del Plata como la que está en Youtube,  son la versión censurada. La versión original dura unos treinta minutos más pero no la he conseguido.

2 comentarios en “Tengo veinte años

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