As Canções, Eduardo Coutinho, Brasil, 2011
Vista en el BAFICI 2012
Con su conocida maestría, Coutinho hace desfilar una variada galería de personajes que cantan frente a la cámara. Para ellos, las canciones son mucho más que un mero entretenimiento, son testimonio de un momento fundamental de sus existencias. Los cantantes, además, explican por qué lo que van a cantar es tan importante. Escuchamos a hombres y mujeres de las más diversas edades y condición social, interpretar temas que en la mayoría de los casos tienen que ver con el amor de pareja. El amor que se encontró y todavía se posee, entonces las canciones suenan como homenaje a este vínculo milagrosamente inmune al paso de tiempo. Otras veces, más melancólicas, pero no por ello menos sentidas, las canciones son la queja, el lamento, o el reproche por un amor perdido.
Coutinho logra su cometido, filmando en un solo plano secuencia la canción de cada intérprete, y con muy pocos planos más el resto de la entrevista, lo que hace más auténtico aún, lo que estamos viendo y escuchando, tanto sea el relato de las circunstancias que inspiraron el tema como de la propia interpretación. Coutinho nos presta sus ojos para que sintamos que estamos allí sentados en alguna de las butacas del teatro solitario donde transcurre la acción y logra transmitirnos la emoción del momento. Otro detalle importante que caracteriza su puesta en escena, es que los silencios son tan importantes como las palabras. Momentos de tensión o emoción y hasta lágrimas son captados por la cámara sin cortes abruptos, y ayudan a crear el sentido de verdad de esta película. Sin embargo tampoco falta el humor, aunque lo gracioso nunca surge a costa del entrevistado, sino que Coutinho se ríe junto con él.
En las antípodas de la estética del videoclip, la cámara casi inmovil, confía en la fuerza expresiva de sus protagonistas. De sus voces y sus gestos, de sus ideas y creencias.
Otra cuestión a mencionar, es que Coutinho no está totalmente fuera de campo. No vemos su figura pero escuchamos su voz. Al revés de la mayoría de los documentales contemporáneos basados en entrevistas, en que el montaje se hace creando la fantasía de un monólogo del entrevistado, aquí el director pone sobre la mesa y muestra las reglas del juego. Él pregunta, orienta el discurso del entrevistado, quiere saber más detalles de hechos que le resultan llamativos. Hace explícita para el espectador su forma de construcción del filme.
En todo caso el mérito de Coutinho, consiste en seleccionar personajes entrañables, ante quienes el director muestra un enorme afecto y un profundo respeto, por lo que están haciendo en ese momento frente a la cámara y por las circunstancias de vida que inspiraron el deseo de cantar en forma sentida sus canciones.