Barbara, Christian Petzold, Alemania, 2012
Vista en el BAFICI 2012
Esta película es un ejemplo extraordinario de la forma en que puede revitalizarse el cine a través de un relato en apariencia convencional. Apoyado en soberbias actuaciones, el director Christian Petzold, nos involucra en una historia dramática ambientada en Alemania Oriental, donde la protagonista, que da nombre al filme y está interpretada en forma estupenda por Nina Hoss, se muestra como una médica cargada de odio y rencor, hacia el gobierno en particular y hacia el mundo en general. Es que, según nos enteramos con el avance del relato, Barbara es disidente del régimen y esta condición la ha hecho acreedora a castigos y persecuciones. Una de esas sanciones ha sido degradarla profesionalmente, enviándola a ejercer a un pequeño hospital de provincia.
Nina Hoss, con un manejo soberbio de los gestos, expresa toda su amargura. Es sobre todo su mirada, con esos hermosos y a la vez intimidantes ojos negros, que transmite sus emociones, sin necesidad de hablar demasiado. Esta es una muestra del mejor cine, donde las imágenes lo son todo, y las palabras solo complementan las escenas sin tener nunca una significación formal preponderante.
La historia, en minúsculas, se integra a la Historia, cuando percibimos la forma que las reglas del juego del gobierno de la ex – Alemania Oriental, se involucran en la vida de todos los protagonistas. El Estado omnipresente, es para Petzold, un permanente factor de agobio y de humillación, en la existencia de sus criaturas.
Otra prueba de la maestría de Petzold, es la manera en que integra a los personajes secundarios a la historia principal. No podemos decir que haya verdaderas sub tramas, lo que es un elogio y no una crítica, porque todo lo que les sucede a los personajes secundarios tiene una importancia fundamental para la historia principal. La narración se descubre como un mecanismo preciso, donde cada secuencia se integra a la perfección en el relato principal, haciendo de Petzold un ejemplo de que el cine no solo debe mostrar belleza y emocionar, sino también demostrar la habilidad de llegar al espectador con la mayor economía de recursos posible. A la película de Petzold, parece no sobrarle un solo plano.
En un final sorpresivo, pero no por ello inverosímil, Petzold da un giro inesperado a la historia y nos deja con la sensación de haber asistido a una clase magistral del mejor cine contemporáneo.