Sangue do meu sangue, João Canijo, Portugal, 2011
Vista en el BAFICI 2012
Este filme de Canijo cuenta con un gran número de aciertos, muchos de los cuales se explican por la elaboración cuidadosa del guión y una meticulosa etapa de discusión y ensayos con los actores (estas tareas pudimos conocerlas a través del visionado del documental del mismo director titulado “Trabalho de Actriz, Trabalho de Actor”). Canijo logra con esta forma detallista de trabajo, elaborar una película donde sus personajes desbordan verosimilitud y una gran riqueza de matices. El relato adopta la forma de un melodrama al estilo de las clásicas telenovelas televisivas, pero las supera ampliamente por la creatividad del director.
La historia se centra en los miembros de una familia de bajos recursos que vive un sinnúmero de peripecias, que le permiten a Canijo ir poniendo en evidencia las formas de vida, los valores y los sueños de cierta clase social de la sociedad portuguesa. La desesperación por salir de la pobreza, los lleva a conductas que los terminan complicando en problemas mayores que los que querían superar.
La puesta en escena, como ya se dijo, es de una prolijidad minuciosa y tiene varias secuencias donde se pone en evidencia la maestría de Canijo para el manejo de la cámara. Predominan los planos medios, recurso que le permite al director armar escenas dialogadas en ambientes contiguos con cuatro actores en escena, donde los diálogos, en un momento se desarrollan en una habitación (entre dos de los actores) y en el instante siguiente, en la otra (con los otros dos protagonistas), sin necesidad de mover la cámara porque los cuatro están enfocados al mismo tiempo y sin el uso del plano contraplano. Al instante siguiente, alguno de los personajes se traslada al ambiente contiguo e inicia un nuevo diálogo y de esa manera integra ambas parejas que parecían desconectadas. Entiendo que estas sutilezas, no son tanto un medio para alardear sobre la puesta en escena, sino un recurso para dotar de gran naturalidad y fluidez al relato. La cámara no parece ese ser omnipresente, sino que es un testigo casi humano de las escenas.
En síntesis, un trabajo brillante, muestra del mejor cine lusitano, de un director que hasta ahora desconocíamos y que pone en evidencia la fortaleza creativa que emana de Portugal.
Rescato un párrafo de la crítica de Martín Iparraguirre (publicada aquí:
http://lamiradaencendida.wordpress.com/2013/10/11/sangre-de-mi-sangre-aquel-querido-mes-de-agosto/
«Filmada mayoritariamente en planos secuencias, la propuesta formal de Canijo implica una decisión política: los encuadres y la profundidad de campo registran una vida comunitaria, una experiencia del espacio físico compartido con otros, donde se desarrollan simultáneamente varias historias en un solo plano. Son ejemplares, en ese sentido, los encuadres que abarcan espacios contiguos para narrar al mismo tiempo diferentes acontecimientos, así como también el registro del ámbito público, donde esa multiplicidad se expande, otorgándole además al filme una fidelidad documental: Sangre de mi sangre termina siendo habitada por varias películas en sí misma, que componen un caleidoscopio íntimo de una clase social que no suele acceder a representaciones que la respeten y dignifiquen, mucho menos en sus dramas y tragedias.»