Vikingland

Vikingland. Xurxo Chirro. España. 2011

Vikinlang es un documental que se armó en base a muchas horas de filmación de un marinero español, que se constituye en cineasta aficionado, a partir de la posesión de una cámara de video VHS. La película podría inscribirse en el curioso género denominado Found Footage (metraje encontrado).

Con un desconocimiento absoluto de las más elementales reglas de la filmación, Luis Lomba (el marinero en cuestión) grabó detalles de su trabajo arriba de un barco, retrató a sus compañeros, registró sus momentos de recreación, y los paisajes por donde transitó su vida laboral. Todo realizado con una impericia notable. Planos mal encuadrados, iluminación defectuosa, cortes abruptos y un largo etcétera que haría sonrojar a un estudiante de cine de los primeros años. Sobre este material en bruto, trabajó el director (o mejor decir aquí montajista) Xurxo Chirro, dando forma a la película del título. Ante todo esto cabría preguntarse ¿Es Vikingland algo que pertenece al mundo del cine? Yo contestaría que sí, y los argumentos para defender esta respuesta, serán desarrollados enseguida. Pero esta afirmación abre otros interrogantes: ¿Quién es aquí el creador de la obra? ¿El marinero que filmó las diversas secuencias o Chirro el montajista que le dio cierta estructura? ¿O son los dos y se merecen por igual los créditos de la realización?

Se generan hasta interrogantes de orden “filosófico”. ¿Puede considerarse una obra de arte a una película armada con retazos de filmaciones y surgida de la impericia casi absoluta de unos de sus artífices (en este caso Lomba)? ¿Serían estas imágenes una sub-especie de cine clase B del género documental? ¿Cómo catalogarla? ¿A dónde encuadrarla?

Pensando en la película en sí misma, es destacable la manera en que Chirro logra extraer momentos ineresantes de imágenes en apariencias anodinas o intrascendentes. La cámara aparece como un juguete que quiere ser usado, aunque no se sepa bien como hacerlo, y mostrado a todos quienes rodean a Lomba en el barco. De esta forma conocemos fugazmente a una larga lista de personas, hombres y mujeres, y sus reacciones frente a la cámara, que comparten con Lomba la vida arriba del barco, y que él retrata a medida que se pasea por distintas dependencias de la embarcación.  Ante la presencia de este ojo electrónico, algunos se esconden, otros ríen o manifiestan  una estudiada indiferencia.

Merece subrayarse la actitud de los personajes principales (Lomba y sus amigos más cercanos) frente a la existencia de un dispositivo de grabación, como lo era esta cámara VHS. La secuencia de la cena de Nochebuena a bordo del barco, es alucinante (ver video más abajo). La cámara parece un invitado más, y si no fuera por el hecho de que no come y no habla, podría ser considerada como un  miembro de la tripulación invitado a la celebración. Lomba y sus amigos participantes de esta cena, se preocupan de la existencia de la cámara y no pueden dejar de mirarla, de actuar, de acordarse a cada rato de ella, de preocuparse por saber si están siendo captados, etc. Esta escena es una confirmación más, que no existe algo como el cine documental objetivo. Todas las conductas están trastornadas por la presencia de la cámara, aún tratándose de una escena intimista, sin guión, y sin la presencia de extraños como podrían ser el director de fotografía, el iluminador, o el sonidista que existirían en un filme más profesional.

Un detalle interesante de este documental, es que la existencia dentro de la imagen de las fechas y horas de cada escena, hace explícito el trabajo de montaje de Chirro. Muestra “las costuras”, por decirlo de algún modo. Muchas escenas de la película de Chirro aparecen antes o después del orden cronológico en que fueron filmadas por Lomba. Nos movemos entre los últimos meses del año 1993 y los primeros del año 1994, yendo en el tiempo de adelante para atrás y de nuevo hacia adelante.

La película pone en evidencia otro efecto inesperado de la posesión de estos artefactos de registro de imágenes. Me refiero a la aparición o exacerbación de cierto narcisismo. Con el declarado motivo de probar la filmadora, Lomba aparece en numerosas secuencias, en primer plano y  solo frente a la cámara. Gesticula, desnuda su torso, se acerca y se aleja del aparato, pero siempre es él quien se encuentra en el  centro de la imagen.

Los planos fijos de larga duración, que obedecen más a las restricciones del lugar y el momento y a la carencia de personal especializado en la operación del artefacto, hacen que Lomba, sin proponérselo, nos regale imágenes de gran fuerza expresiva, que se logra en numerosas ocasiones aún en situaciones en apariencia intrascendentes. Se produce ese efecto raro, donde las cosas que se filman empiezan a metamorfosearse por la duración prolongada de la secuencia.

El autorretrato del trabajo anodino, mas de estibadores que de marineros, es otro mérito destacable del filme. Vemos a Lomba y sus compañeros desarrollar aburridas y repetitivas tareas a bordo del barco donde trabajan, y siempre las tomas, por la precariedad de recursos, se hacen desde planos medios con la cámara inmóvil, imaginamos que colocada sobre alguna mesa o soporte transitorio. Lo interesante es que aún en estos momentos de trabajo, concientes de que la cámara está allí, se encuentra prendida y por lo tanto grabando, no olvidan dedicarle algo de su atención.

En suma, una película extraña, hecha con materiales precarios, pero que logra exponer muchas cuestiones interesantes, y muestra que aún en las peores condiciones de realización: con equipos de baja calidad,  con ausencia de conocimientos técnicos y de personal especializado, se puede lograr una obra artística que hace honor al cine.

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