La casualidad quiso que viéramos dos películas, con diferencia de pocas semanas, de dos directores nacidos en la ex URSS. Me estoy refiriendo a “El camino” (Jol) de Darezhan Omirbayev y a “Variedades” (Predstadleniye) de Sergei Loznitsa.


La de Omirbayev es una ficción y la de Loznitsa es un documental. Pero en ambas películas, existen dos escenas muy similares. De la comparación de ambas se puede deducir dos miradas del mundo y en particular de las relaciones de poder. En “El camino”, en el tramo final, se retrata el primer día de clases en una escuela de Kazakhstan en la época del poder soviético, cuando esta región formaba parte de la ex URSS. La maestra se dirige a los alumnos con solemnidad, pero además con una sonrisa que esboza cierta ternura. Les explica la importancia de la educación para el país y su régimen y luego comienza a interrogar a los alumnos. De repente, uno de los niños, mira por la venta y grita “¡nieve!”. Los chicos se arremolinan sobre las aberturas para observar el acontecimiento. La maestra, que hasta aquí tenía el control del aula, se deja llevar por la improvisación del alumno, que desarticula en alguna medida su discurso, y distrae la atención de sus compañeros a la observación de un fenómeno más sencillo y para nada abstracto, como resulta ser la caída de nieve. La maestra, en lugar de reprimir al alumno y llamar al orden al resto de los chicos, se pliega a la observación como uno más, compartiendo con sus educandos la alegría del momento. Como se trata de una ficción, podríamos considerar a la escena como una expresión de lo que el director hubiera deseado que fuera la escuela en su infancia, más que retratar lo que realmente fue.
En la película de Loznitsa, realizada con retazos de noticiosos y filmes de propaganda del régimen soviético, hay varias escenas con niños, pero una en especial se asemeja a la mostrada por Omirbayev. Solo que en este caso no es Loznitsa el que captura la escena, sino el que rescata un registro del algún burócrata que filma el primer día de clases en alguna escuela de las muchas que existían en la ex URSS hacia el año 1954. En consecuencia, es la mirada oficial del régimen. Aquí la maestra también se dirige a sus alumnos con un discurso, que enfatiza valores similares a los que muestra la escena de “El camino”, pero a poco que prestemos atención, comienzan a surgir las diferencias. La actitud de la maestra es más recia y enfática, con un rostro sin gestos amigables. Terminada la presentación, interroga a los alumnos sobre lo que desean ser cuando sean grandes. La cámara capta de manera monótona las respuestas de varios chicos. Ningún hecho inesperado irrumpe para alterar el orden, la clase se desarrolla de acuerdo a lo planeado. El poder de la maestra, encarnación del poder del régimen, es total y absoluto.