Una campanilla. Torajikkot. Jo Kyun-soon. Corea del Norte. 1987

No es fácil conocer el cine realizado en Corea del Norte. Supongo que su producción debe ser escasa, pero que también, los prejuicios ideológicos del resto del mundo, no deben facilitar la difusión de este cine. El último BAFICI, realizado entre el 15 y 25 de abril de 2015 en Buenos Aires, me ha permitido acceder al visionado de este filme.
Sus méritos artísticos son casi nulos. Solo destacan actuaciones decentes, y el dominio de una técnica cinematográfica que filma con corrección una historia convencional para los países llamados socialistas. Se trata de un típico filme apologético, donde todos los valores morales y políticos del régimen se propagandizan a través del discurso y las actitudes del personaje principal, una bella dirigente comunista, que se propone modernizar su pueblo, luchando contra la burocracia y el desinterés de alguno de sus conciudadanos. Justamente, el drama se desata cuando su novio, un hombre individualista, decide emigrar a alguna gran ciudad en busca de un trabajo mejor que el que tiene en su aldea, y le pide que ella lo acompañe. La bella dirigente sufre una tensión entre sus deseos amorosos y sus obligaciones políticas. Por su puesto que decide sacrificar su amor a un hombre por el amor a su patria y a la causa del comunismo, y trabaja de modo infatigable, incluso pagando con su vida, hasta lograr que la aldea alcance el grado de desarrollo soñado.
Se trata de un típico producto de la propaganda comunista, con permanente bajada de línea, para que el cine cumpla su cometido de educar a las masas.