A la sombra de las mujeres. L’ombre des femmes. Philippe Garrel. 2015
El director Philippe Garrel nos entrega un breve largometraje, de poco más de una hora de duración, con una serie de interesantes peripecias románticas. Pierre (Stanislas Merhar) es un director de documentales que está casado con Manon (Clotilde Courau). No solo viven juntos, sino que ella lo ayuda en sus trabajos como productora y editora. Pierre inicia un romance en paralelo con Elisabeth (Lena Paugam) y Manon con un hombre innominado (el actor Mounir Margoum). Pierre es introvertido, hasta el extremo de parecer abúlico. Manon, es la que da sustento material a la pareja con un trabajo part-time que parece no alcanzar ni para pagar la renta del departamento que habitan. Las idas y venidas de la pareja principal, su intenso amor y sus peleas y separaciones, a la vez que el vínculo con sus respectivos amantes, son el eje narrativo de la película.
Esta historia simple y tantas veces contada, adquiere en las manos de Garrel una impronta original. Filmada en blanco y negro, lo que permite tomar distancia al espectador y logra destacar a su vez, con una luz original, los rostros de los personajes, en particular de las mujeres protagonistas, Garrel logra una obra sencilla pero muy personal, con una mirada acerca de la relación de pareja que queda muy bien sintetizada en el título: los hombres parecen vivir, “A la sombra de las mujeres”. Ellas tienen el coraje y las ideas claras que a Pierre le faltan, y son el soporte práctico y afectivo de un hombre que parece a la deriva. Garrel se destaca por la capacidad de captar a través de primeros planos lentos y minuciosos, la expresividad del rostro de ellas, que además de ser bellas, ponen de manifiesto en cada gesto un sentimiento complejo. Garrel también sobresale, desde lo formal, por sus travellings, que logran fascinar al espectador. Pone la cámara ligeramente en contrapicado y a 45º lo que realza el ímpetu de los personajes. El director logra por medio de los registros de las enérgicas caminatas de los personajes, en calles solitarias, poner de manifiesto sus estados de ánimos más profundos con las palabras justas (ver el video siguiente como ejemplo).
Resulta curiosa la forma como Garrel filma las escenas amorosas. En una época en que la exhibición explícita de los cuerpos parece ser la norma, el director francés se las ingenia para filmar sin un solo desnudo, sin siquiera un beso entre los amantes. Apenas algunos abrazos al inicio del encuentro sexual, y luego, en las escena siguiente, vemos a los amantes ya relajados luego de haber pasado por el climax, que queda siempre fuera de campo. Los amantes charlan, pero sobre todo se prodigan intensas y sugerentes miradas. Es en la forma de reconocerse de los personajes a través de la mirada en que Garrel pone todo el peso erótico y dramático del filme.
En fin, una película valiosa, que sin ser una obra maestra, tiene los suficientes méritos temáticos y formales como para justificar su visionado.