A Land Imagined. Siew Hua Yeo. 2018
Una película sobre la vida de los obreros migrantes en Singapur, pero en las antípodas del realismo de un Ken Loach. Aquí hay belleza y creación en las imágenes, aunque transmitan angustia y desasosiego. La complejidad formal es marcada, no hay una historia lineal. El hilo narrativo se sostiene a partir de la investigación de un policía por la desaparición misteriosa de un obrero de la construcción de origen chino.

Un salto del filme sin anuncio, nos lleva al pasado de Wang, el obrero en cuestión, y nos muestra su forma precaria de vida en Singapur, en imágenes que transcurren en su mayor parte durante la noche. Wang está angustiado, y su angustia le provoca insomnio. Una forma de escapar de esta pesadilla, es concurrir a un local con computadoras, abierto las 24 horas, donde se encuentra con otras almas en su mismo estado de desesperación. Sin embargo, la comunicación entre los concurrentes es nula, todos están inmersos en la pantalla de su respectivas PC, la mayoría jugando en red. Una mujer joven, con el temperamento áspero, administra el local y se da maña para mantener en el orden entre tantos hombres, mientras se dedica a cortejar a Wang.

Wang conoce a Ajit, otro inmigrante pero de Bangladés, quien lo invita a alternar las computadoras con la concurrencia a un sitio al aire libre, donde otros obreros, la mayoría bangladesinos, hacen su catarsis al ritmo de una música cautivante y ensordecedora. Aquí los concurrentes miran y bailan, alternadamente, y encuentran las fuerzas para enfrentar el nuevo día de trabajo.

El relato, a medida que avanza, torna a un estilo de suspenso, cuando la búsqueda policial, parece arribar a alguna pista. Pero el director, no se preocupa de rematar la historia con algún final previsible, sino que le da varias vueltas a la ficción. Por momentos, parece que Wang está vivo, pero en otros pasajes, todo parece llevar a la desesperanza de encontrarlo con vida. Mientras las secuencias se suceden, un Singapur alejado del glamour del turismo y el lujo, habitado en los márgenes por inmigrantes indocumentados y ferozmente explotados, que apenas sobreviven y sueñan con el regreso a sus hogares, hace su aparición fantasmagórica.