Pina 3D, Wim Wenders, Alemania Francia Reino Unido, 2011
Nota: Agradezco a Daniel, su colaboración con este comentario.
Hay una tendencia notoria en el ámbito de la música a rendir culto al material. Lo que comenzó como una optimista emancipación, se tornó en una nueva condena: los esfuerzos compositivos se dirigieron a una renovación constante del repertorio sonoro, restando atención a la idea, a la relación de los sonidos con el todo, a la forma.
Es muy común oír músicas en apariencia novedosas, pero indagando un poco más, penetrando en la superficie de lo sensorial, nos damos cuenta de que las reglas de juego que propone cada obra, son en esencia iguales. Lo que comenzó como un acto libertario, se transformó en un nuevo corsé. Una serie de procedimientos relativamente estandarizados estructuran la nueva música.
La película me pareció que mostraba la danza en una situación similar a la de la música. Cada movimiento que ejecutaban los bailarines era de una complejidad impresionante. Cada uno era único en si mismo –y por lo que daban a entender los bailarines cuando se expresaban con palabras, muchas coreografías estaban creadas en función de alguna naturaleza del interprete-, cada uno desafiaba las posibilidades del cuerpo.
El problema era la disposición en el tiempo de cada uno de esos gestos corporales. En general se operaba siempre de la misma manera: 4 o 5 repeticiones –demasiadas diría Mozart- y a otra cosa. Una yuxtaposición abrupta de una nueva instancia que podía o no, conservar algo de lo anterior. Tal vez la iteración, tal vez la dirección del gesto. Al cabo de dos o tres de estas yuxtaposiciones, y lo que es peor, mientras la película avanzaba, quedaba claro que el principio operativo era la yuxtaposición. Pero una yuxtaposición sin continuidad no produce ruptura, sino una nueva dimensión de lo continuo, una sucesión banal de “pedazos”.
Las coreografías no progresan, no se transforman. Se opera hacia adentro del gesto, perdiendo de vista lo macro.
Algunos comentarios que leí en Internet sobre Pina Bausch, rescataban el trabajo de la coreógrafa con la neurosis, la repetición. Una especie de puesta en evidencia de esa condición de nuestra sociedad contemporánea. Pero cuando la propia composición de las coreografías esta atravesada por esa neurosis, el efecto de crítica se pierde.
Cuando Stravinsky compuso sus ballets rusos, ya desde “El pájaro de fuego” se propuso romper con la cuadratura –la “organización” (a falta de palabra más feliz) de cada paso en cuatro tiempos- con la danza final en 7 tiempos. En sus ballets posteriores, los cambios constantes de compás exigieron a Nijinsky –el coreógrafo original de estas piezas- un nuevo planteo.
Esta historia parece haber sido olvidada en las coreografías que se desarrollan en algunos momentos de la película. Hasta la más intrincada pirueta, hasta el gesto más expresionista se enmarca en cuatro tiempos bien marcados por la bailarina.
La elección de la música para las coreografías –a excepción de “La consagración de la primavera”- no me pareció óptima. Una vez más: el sentido expresivo de la coreografía, no se condice con el de la música. La danza que propone Pina Bausch parece estar en la búsqueda de un desarrollo desde la técnica, una propuesta abstracta. La música en cambio es de limitado alcance expresivo inmanente. Las músicas usadas en las coreografías responde a un progresismo sociológico: una piecita de cada rincón “exótico” del planeta. Una de esas decisiones izquierda multicultural.
No me pareció acertada la alternancia entre escena coreográfica y momento de expresión personal. No sólo por lo intrascendentes que eran las reflexiones de los bailarines, sino porque –una vez más con las incoherencias forma/contenido- parecía responder a la de una ópera de siglo XVIII, sin mayores profundizaciones: recitativo, aria, recitativo, aria.
El pequeño momento colectivo de las 4 estaciones, también era muy evidente como marco contorno: al principio, al medio, al final.
Destaco la posibilidad de filmar de cerca las danzas, para tener una nueva dimensión del movimiento, del trabajo con el cuerpo.
La coreografía de “La consagración de la primavera”, con la que comienza la película, es realmente impresionante. Pero hace que todo lo que venga después no alcance la potencia expresiva y la calidad técnica de ese primer momento. Otro desacierto.
Por último el 3D. Nunca había visto una película en este formato y no me gustó especialmente: no era una herramienta para dar volumen a las imágenes. Sólo marcaba planos, capas.
Salvo con las cortinas, el agua y algunos detalles donde la técnica realmente valió la pena – Creo que el movimiento de la cortina fue lo que más me gustó de la película.
Más allá de los comentarios acerca de la danza y la música, el trabajo del director no hace aportes significativos como para que la película sea un producto cinematográfico original.
Link IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1440266/