Yatasto

Yatasto, Hermes Paralluelo, Córdoba (Argentina), 2011

Es la hora 21, del miércoles 23 de noviembre de 2011. Estamos en la sala 8, del cine Gran Rex de la ciudad de Córdoba, que muestra un lleno casi total, para ver la película Yatasto. Antes del comienzo de la proyección, nos dirigen unas palabras miembros del equipo de producción del filme, quienes también están presentes a la finalización, acompañados esta vez, por algunos de los actores. Se contestan preguntas del público y se aclaran detalles de la realización. Así nos enteramos que el proceso completo para llevar a su finalización la película Yatasto, implicó un conjunto de actividades que se extendió por tres años. El primer año fue de conocimiento mutuo entre el equipo de producción y los protagonistas. El segundo año, estuvo dedicado a la filmación propiamente dicha y el último a la edición. Un detalle técnico que se aclara, es que la cámara fue montada en el carro sin la presencia de ningún operador, diríamos que funcionaba en “piloto automático”. Este modo de filmar en exteriores, las escenas que transcurren en la calle y arriba del carro, creo que explica en gran parte la soltura, espontaneidad y fluidez con que los protagonistas actúan.

La obra de Paralluelo, es un documental que logra retratar de un modo verosímil las formas que asume el trabajo para un grupo de personas que viven en una barriada muy humilde de la ciudad de Córdoba. Los protagonistas principales son tres chicos amigos de distintas edades y la abuela de uno de ellos, que salen a trabajar en un carro, recolectando residuos recuperables (papel, metales, vidrio, etc.). La dureza de esta tarea, en que están expuestos al rigor del clima, en un vehículo abierto, y a la dificultosa y peligrosa convivencia con los automotores de todo tipo, no hace mella en el humor de los chicos, que siempre se muestran alegres y conversadores, exponen sus sueños y dan cuentan del devenir de sus vidas.

Es destacable la naturalidad con que la película logra plasmar la vida familiar en la intimidad. El hacinamiento, reflejado por ejemplo en un aparato de TV, siempre omnipresente que se debe ver a una distancia demasiado corta por la falta de espacio físico, o el desarrollo de tareas vinculadas al acopio en el propio comedor del hogar, nos dicen de una manera de apropiación del espacio, que exige aprovechar cada milímetro al máximo.

La relación con los animales es otro capítulo memorable en este filme. A diferencia de lo que harían chicos pertenecientes a otros estratos sociales, aquí los animales más importantes no son los perros o gatos, sino los caballos, que pasan a tener un protagonismo de gran importancia, ya que son la fuerza motriz que permite transitar por las calles y poder desempeñar las tareas. La preocupación por la salud y el bienestar de estos animales, por parte de los chicos, habla a las claras de una conciencia plena de la responsabilidad que tienen.

Un párrafo aparte merece el subtitulado. La inserción de subtítulos, decisión que aplaudo en mi carácter de hipoacúsico, implica el reconocimiento por parte del director, de una forma de hablar y un vocabulario de los protagonistas, que no es el mismo del espectador a quien va destinado el filme. Esto dicho sin hacer juicio de valor alguno. Pero es claro que quien ve la película, no pertenece al mismo estrato social que los que actúan en ella. La necesidad de decodificar en parte, este misterio del lenguaje de los vecinos de Villa Urquiza, es lo que hace necesario el subtitulado.

Como crítica diría que la mirada del filme es sumamente benevolente para con la barriada de Villa Urquiza y sus habitantes, una zona de la ciudad acosada por la violencia, que aparece a menudo en los diarios locales en las páginas de policiales. Está bien que el filme trate de reflejar la cara positiva de este barrio que la prensa comercial no difunde, pero cuesta creer que en todo la película no se mencionen problemas delictivos ni de drogas, aunque sea en una alusión indirecta y con un fuera de campo. Solo en uno de los viajes, en que van padre e hijo en el carro ya de noche, buscando un caballo perdido, se habla de la ventaja o no de tener un arma en la casa. También es notable y comprensible que sus protagonistas han querido mostrar frente a cámara una imagen de sus vidas que omitieran los aspectos desagradables. Por ejemplo, se habla varias veces del alcoholismo del padre, incluso los chicos hacen bromas con esto, pero no vemos nunca al citado personaje embriagado. Los problemas y carencias de esta gente, que deben ser muchos y muy graves, no aparecen en escena. Se muestran a menudo charlas y discusiones, arriba del carro y en las habitaciones del hogar, pero nunca una pelea. Será mi prejuicio de clase, pero cuesta creer que la resolución de los conflictos se diriman con discusiones, sin recurrir nunca a la violencia física.

Link IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1886762/

Un comentario en “Yatasto

  1. A modo de autocrítica

    He seguido pensando mucho sobre la película Yatasto, que pude ver el miércoles pasado y cuyo comentario publiqué más arriba. En particular, sobre lo que consideraba sus defectos. Ahora quiero decir que el filme de Paralluelo no merece las objeciones que realicé. Primero que nada, porque el director está en su derecho de mostrar un aspecto de esta comunidad y de los chicos en particular, sin necesidad de abarcar todo el universo de situaciones que pudieran haber ocurrido en su vida durante el rodaje de la película. Pero, más importante que esto, es que al incorporar en el relato hechos de violencia que suelen estar reflejados con demasiada obsesión por los medios periodísticos tradicionales, hubieran resultado escenas banales y se hubiera rebajado la calidad del filme. Por el contrario, la película hace hincapié en aspectos de la vida de los protagonistas, que nunca aparecen reflejados en dichos medios y lo hace con gran maestría desde lo formal.

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