Aquí se construye (o Ya no existe el lugar donde nací). Ignacio Agüero. Chile. 2000
El filme de Agüero me hizo temer al principio que transitaría un camino previsible y anodino: hacer un panfleto con la denuncia de una barbarie arquitectónica ocurrida en Santiago de Chile alrededor del año 2000, que dio lugar a la demolición de un gran número de viviendas que dotaban a un sector de la capital de Chile de un paisaje propio.
Pero la película no es un panfleto y va mas allá. Agüero es capaz de mirar el panorama en toda su complejidad. A la par de mostrar la codicia infinita de las empresas constructoras, que con la complicidad de los gobiernos, producen esas modificaciones salvajes de la geografía urbana, Agüero se interesa por otros actores sociales involucrados en esa experiencia. En especial, los obreros de la construcción, que ajenos a las maniobras especulativas de sus patrones, encuentran en esta actividad su medio de vida. Con gran maestría Agüero retrata la existencia cotidiana de estos trabajadores, casi sin decir palabras. O en todo caso, cediendo la palabra a sus entrevistados. En contraste con el idilio que prometen las constructoras a los que compren sus departamentos, está la vida dura y sacrificada de los obreros que los construyen con sus trabajos y que viven en hogares mucho menos glamorosos. En particular, me impactó las secuencia en que se filma desde adentro, un departamento “modelo” con todo el amoblamiento y la decoración, mientras que en el fondo del plano se ve a un simple obrero en el balcón, terminado de limpiar ese lugar que se usara como recurso de marketing y que no se parece en nada a su propia casa. Son magníficas, también, esas escenas donde Agüero capta el transcurso del día laboral, desde la madrugada en que los trabajadores salen desde distintos lugares de la ciudad de Santiago en busca de sus medios de movilidad, pasando por la labor extenuante y la vuelta al hogar, ya de noche. El director nos pasea por un Santiago que no es el que ven los turistas. Es una mirada pura y dura que sigue el viaje en el tiempo y el espacio de los obreros de la construcción de su país.
Con respecto al tema de la demolición, Agüero hace otra jugada inteligente. Aunque abundan las escenas patéticas de grúas y obreros con las piquetas, destruyendo decenas de construcciones de un Santiago que ya no existe, es capaz también de hacernos concientes del impacto humano y ambiental, siguiendo la vida de ese profesor que relata su pasado ante la cámara, expone su presente doloroso (por sus problemas de salud, por los de su madre y por la destrucción del hábitat en el que vive) y reflexiona sobre sus opciones para el futuro, en especial, sobre el lugar donde le tocará vivir cuando su casa también desaparezca. Es que no hay mejor impacto para denunciar una tragedia social, que circunscribirse a la historia mínima pero intensa de un ser humano de carne y huesos con todos sus dolores y angustias a cuestas.
Como todos los comentarios de películas que leí de tu blog, son de excelente nivel, ahondando en los aspectos sociológicos, antropológicos, psicológicos de los personajes.- Además, se nota que las películas seleccionadas son aquellas de contenidos fuertes, cuestionadores, que no te dejan indiferente después de verlas.- Realmente para amantes del buen cine!!!! Un abrazo
Muchas gracias por tus conceptos!