Fragmentos de la Vida de un Hombre Feliz

Fragmentos de la Vida de un Hombre Feliz. Out-takes from the Life of a Happy Man. Jonas Mekas. 2012

mekas1¿Como explicar una película sin argumento? Sin un relato. Un filme hecho a puro sentimiento. Solo queda tratar de ejercitar con palabras, lo que Mekas hace con las imágenes: pensar con un estilo libre, intencionadamente desordenado, caótico, pero no carente de significados.

Mekas es un poeta del cine, y utiliza el montaje como la herramienta privilegiada, para hacer realidad sus poemas visuales. Se muestra como un artesano virtuoso,  y así, cortando y pegando los infinitos fragmentos que componen sus registros personales y familiares, logra armar un filme donde puede expresar con gran sentimiento, su manera de estar en el mundo. Este “cortar y pegar”, está dicho y hecho en forma literal, ya que Mekas manipula registros en celuloide. No es el “cortar y pegar” de cualquier software de edición de video.  En la tarea del montaje,  por lo tanto, además del ojo del artista, hace falta la pericia de las manos, para manejar de una forma más o menos prolija sus materiales. Es tan importante para Mekas esta tarea, que varias veces aparece él  en escena con sus instrumentos y la materia prima esencial: sus películas  de celuloide.

Dice que solo hace sus filmes para sí mismo y para sus amigos, pero no puede dejar de compartirlos en los festivales y nosotros se lo agradecemos. El mundo de Mekas es muy simple de enunciar pero muy difícil de traducir en una obra poética y él lo logra. Sus amigos, sus familiares, pequeños momentos de felicidad, algo de la geografía de Nueva York, su relaciones con los elementos de la naturaleza, el frío, el agua, la noche, el paso de las estaciones, las plantas del Central Park y el contacto estimulante de los pies descalzos sobre la tierra. Y poco más, y nada menos.

El carácter torpe que tienen casi todos los registros que forman el filme de Mekas, hechos con cámaras hogareñas, donde se nota la escasa pericia en el manejo de la filmadora, se compensa con un ojo atento, que sabe captar el momento valioso que hay que retratar. Y además, le dan una frescura y espontaneidad a las escenas, que no se podrían lograr con representaciones más profesionales pero que serían también más artificiales.

La música que acompaña las imágenes, impiden el efecto ominoso que tendría el silencio en filmes que, por su precariedad de registro, carecen de sonido directo. Pero hasta la música elegida es parte de la historia personal de Mekas, porque, como se aclara en los créditos, es la que se escuchó en el momento de su casamiento.

Los intertítulos, que se insertan en forma azarosa, nos otorgan un breve descanso al vértigo de las imágenes. Es que Mekas monta como si tratara de un video clip, pero familiar. En estas pausas, se muestran textos con pensamientos de otras personas, que resultan valiosos para Mekas y él los comparte con el espectador. Sus brevísimas y poéticas palabras mediante su voz en off, nos terminan de mostrar al hombre completo, que siente y se expresa  a través de las imágenes y también, en menor medida, de las palabras: las de otros y la suyas propias, en una película que nos reconcilia con la vida, aunque sea por el tiempo que dura el filme.

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